Naturaleza del Capítulo

Con motivo del V Centenario de la canonización de San Vicente Ferrer celebrado en 1955 se produjo un movimiento eclesiástico, social y popular que encendió entre los organizadores de la conmemoración la idea de crear una institución que, con naturaleza caballeresca, fuera guardia de honor del Patrón de Valencia y de su memoria, velara por su mayor culto, defendiera sus recuerdos tanto materiales como intangibles, y cubriera las carencias que históricamente existían en lo concerniente al fomento de estudios, publicaciones, conferencias y otras actividades culturales encaminadas al mejor y mayor conocimiento de la biografía de fray Vicente, su obra y la preeminencia de su santidad, su labor en los diferentes campos en que operó y el prestigio intelectual de la doctrina y la ortodoxia de la predicación del dominico valenciano, que si fueron eficaces en tiempos de descomposición social y moral, han seguido siendo válidas para todas las épocas.

Y así, juramentados para permanecer firmes en la Fe y fieles a San Vicente, evocando a los colaboradores que le seguían en la “Compañía” y que le asistían en su peregrinaje, varios intelectuales valencianos, unidos en su común condición de católicos y devotos del Santo, y marcados por el rigor del caballero y la prudencia del erudito, decidieron crear una nueva corporación que cumpliera con aquellos anhelos.

La naturaleza caballeresca del Capítulo de Caballeros Jurados de San Vicente Ferrer se explica y justifica porque sus miembros, en virtud de la notoriedad y categoría civil y eclesial de la Institución, el Fons Honorum que le otorga su ilustre y noble ejecutoria, y por la histórica calidad de sus miembros, que pueden definirse como gentilhombres católicos animados por una altruista nobleza de espíritu y de comportamiento. El carácter caballeresco del Capítulo tiene en la actualidad una gran vigencia moral, porque denota el espíritu de servicio, de abnegación y de disciplina que anima a los Caballeros Jurados desde los momentos fundacionales de la Institución.

En el presente, el noble y caballeresco servicio a Dios y Su Reino ya no se conduce con la espada, sino con la palabra y las obras, tanto en la vida pública como en el propio ámbito privado, en respuesta a la indiferencia, el menosprecio y el ataque de los adversarios. El Caballero de hoy lo es merced a la nobleza de su espíritu y conducta, que coloca el deber por encima de los derechos. La nobleza, en este sentido más profundo, significa cargar con una responsabilidad mayor que la de otros, saber que uno existe para defender la Fe y para luchar por la gloria de Dios y por la dignidad que, otorgada por Dios, posee cada persona. El servicio caballeresco del Capítulo está dirigido al servicio de la Iglesia y de la memoria de San Vicente Ferrer, proyectando su acción sobre los distintos ámbitos sociales.

Fines del Capítulo:

• Contribuir a la propagación del conocimiento de la vida, obra y doctrina de San Vicente Ferrer.
• Fomentar estudios vicentinos, promover ediciones, crear bibliotecas y laborar por el enaltecimiento de la figura del Apóstol de la Paz.
• Organizar y promover toda clase de actos que contribuyan a la propagación del culto al Santo.
• Contribuir al esplendor de los actos dedicados en su honor.
• Contribuir a la conservación de monumentos, templos, documentos, imágenes, cuadros, lápidas, mosaicos, “socarrats”, azulejería, etc., y en general, de todo elemento artístico, documental, costumbrista, devocional, paisajístico, etc. relacionado con el Santo.
• Custodiar y defender sus sagradas reliquias.
• Colaborar en obras sociales preferentemente asociadas al Santo y singularmente el Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer.
• Coadyuvar a promover la declaración de Doctor de la Iglesia a favor de San Vicente Ferrer.

Como institución caballeresca de hoy día, el Capítulo de Caballeros Jurados de San Vicente Ferrer es un ente colectivo con vida propia destinada a los fines antes citados, que pretende alcanzar corporativamente y con un pleno espíritu de servicio a la sociedad y a los demás.

Pretende el Capítulo, además del logro de sus objetivos vicentinos y de apostolado, el reencuentro del hombre moderno con su propia historia, en la que se entrelazan la del Reino de Valencia, la de España y la de la Iglesia. Asimismo está en el espíritu de esta corporación la asunción por sus Caballeros Jurados de los modelos nobles y generosos que estuvieron en el principio del ideal heroico y sublime de la Caballería y que enriquecen la rica y meritísima tradición de esta institución.

El borrador del texto fundacional del Capítulo, redactado por el jurista e historiador D. José Ferrer Olmos con la colaboración por el también abogado D. Juan Martí Belda, Concejal del Ayuntamiento de Valencia, tituló a la nueva corporación con los atributos de Muy Ilustre, Virtuoso, Magnífico y Leal en virtud de sus precedentes, su naturaleza caballeresca y su entidad propia, y a tenor del ideario que daría esencia a la nueva corporación, del perfil requerido para los Caballeros componentes, tanto fundadores como los miembros que lo iban a integrar, de la magnitud de sus objetivos y los niveles sociales que serían su substrato, y del ámbito de actuación.

Es Muy Ilustre en virtud de la tradición social valenciana y por la propia naturaleza del Capítulo, que la hace análoga a aquellas instituciones y personajes que en la Valencia foral, por su especial distinción social y/o intelectual, recibieron de manera corriente el trato de Muy Ilustre.

Es Virtuoso porque sus rectores y sus miembros, por su espíritu cristiano han de realizar sus acciones inspirados por la virtud, pero además, decimos que el Capítulo es vir-tuoso porque su voluntad ha adquirido el hábito de actuar rectamente, de acuerdo con un justo término medio que evite tanto el exceso como el defecto.

Es Magnífico siguiendo la tradición valenciana que desde el Medievo y durante los siglos forales aplicaba este tratamiento a personas e instituciones del rango que posee el Capítulo de Caballeros Jurados, y por la singular excelencia del origen, desarrollo y meritísma ejecutoria de esta Corporación, por las grandes cualidades que se exigen en sus miembros.

Es Leal por la acreditada y acrisolada fidelidad a los principios éticos, cristianos, patrióticos y vicentinos que, individual y corporativamente, los Caballeros Jurados han dejado patentes en sus actos a lo largo de sus vidas y de la ejecutoria de esta corporación.

Los Caballeros Jurados lo son merced a haber sido recibidos como Caballeros Novicios tras un riguroso examen de su perfil humano, católico, vicentino, social y profesional por parte del Consell de Cavallers y la votación secreta del Capítulo General, y tras otorgar un juramento en acto público ante las Sagradas Escrituras, la Cruz y la reliquia “ex ossibus” de San Vicente Ferrer.

San Vicente Ferrer, su misión y su magisterio, esencialmente espi-rituales, siguen vigentes en la actualidad, pues la sociedad de nuestros días necesita con urgencia una luz que ilumine las conciencias hacia el encuentro con Cristo, y esa luz no es otra que la de las verdades del Evangelio que con tanta eficiencia San Vicente Ferrer hacía llegar a las gentes de su tiempo. Los Caballeros Jurados de San Vicente Ferrer tienen en la vida y la obra del santo dominico un referente de gran entidad y alta calidad en el que imitar la fuerza y buenas obras que derrochó aquel valenciano universal en todos sus días.

Por todo ello los Caballeros Jurados han de ser profundos conocedores de la biografía de San Vicente Ferrer, así como de la actitud y criterios que mantuvo ante las circunstancias socio-político-eclesiales que fueron el marco temporal de su vida, y de sus escritos y sermones, de manera que los miembros del Capítulo sean por sí mismos y mediante la palabra, el folio y los espacios cibernéticos, eficientes divulgadores del perfil de santidad del predicador valenciano y defensores de los valores vicentinos frente a corrientes distorsionadoras que pervierten el rigor histórico y coligen conclusiones malévolas respecto a la persona y la obra del santo dominico.