NOS CONDUCE CARLOS, UN BUEN PADRE Y PASTOR
Uno de los introitos que emociona especialmente a los HH. CC. del Capítulo de Caballeros Jurados de San Vicente Ferrer cuando se acerca la Navidad es la celebración eucarística que esta ilustre corporación comparte con Don Carlos Osoro, nuestro Arzobispo, en la capilla doméstica de su casa.
Fue el miércoles día 11 de Diciembre. El prelado había llevado un día en que, como todos los de su apretado calendario, la agenda experimentó la multiplicación de los minutos de cada hora para atender las miríadas de asuntos, los incontables compromisos y, sobre todo, "a los curas", como él dice, a sus queridos curas, en una labor e inquietudes que vemos los seglares con mirada entrañable y en las que don Carlos -su guía diocesano- se vuelca a toda hora.
Como en años anteriores, los HH. Caballeros Jurados y sus familias llenaban la capilla y latía un verdadero, sincero y profundo sentido de la oración en familia que reinó entre aquellos muros presididos por el soberbio lienzo de la Inmaculada de José Vergara y la imagen de San Vicente Ferrer.
La homilía de don Carlos fue como la reflexión tranquila y pausada de un padre mayor junto a la lumbre en un día de lluvia, vertiendo narraciones que ayudan a orientar la mente de los hijos, y sembrando su prédica con consejos que uno sabe que le van a servir.
Antes de la bendición el Lloctinent General, Prof. Ballester-Olmos, pronunció un parlamento en el que actualizó los planteamientos conceptuales, doctrinales y operativos que vinculan al Capítulo de Caballeros Jurados con la Iglesia de Valencia y renovó los compromisos de la Corporación con el Sr. Arzobispo, la Diócesis y el Santo Padre.
Al término de la misa el Arzobispo nos fue saludando y se mezcló entre el grupo para que Manolo Guallart nos hiciera una fotografía. Nos despedimos de don Carlos sabiendo que, siendo casi las diez de la noche, todavía tenía una reunión y que su jornada no acabaría con la frugal cena de este santanderino, cálido para los demás y austero para sí, entregado y generoso como su Maestro y que venía de una diócesis con una extensión y operativas pastorales incomparables con las que tiene Valencia, con sus gentes, sus expresiones devocionales y sus maneras, que son de otra escala y con otros sabores. Buen emisario es de aquel que venía de Nazaret, y con su proverbial cercanía de cura castellano nos trae el paternal mensaje de Francisco a la Valencia de hoy.
Al tanto de todos los detalles estuvo en todo momento el Secretario del Sr. Arzobispo, nuestro erudito amigo el eficientísimo e incansable don Álvaro Almenar. Tras su cálida despedida, él seguiría en una interminable jornada al lado de Don Carlos -que como pastor diocesano asume con las almas la labor del pastor de los prados santanderinos de altura en los días difíciles del invierno- mientras el Capítulo, con sus familiares e invitados íbamos a disfrutar del esparcimiento y un cóctel en la Sala de Armas, donde el Lloctinent pronunció la tradicional salutación navideña al Capítulo, terminando con un brindis.
Fotos: Manolo Guallart.