En este acto se materializaba oficialmente una obra que nació de una necesidad de esta institución, que fue planteada al Capítulo de Caballeros Jurados hace poco más de un año.
Los Caballeros Capitulares se movilizaron con prontitud y promovieron con la Universidad Politécnica la redacción de un proyecto que resolvía la dotación de un equipamiento de arbolado en varias zonas libres del centro.
El proyecto crea un gran paseo de entrada y establece varias escenas y áreas arboladas en la gran explanada central de juegos. Incluye también un ágora ajardinada como aula al aire libre y un huerto bíblico para actividades docentes que estará dotado de un marco arbolado con especies escogidas de entre los veinte tipos de árboles que aparecen en los textos sagrados. También contempla el proyecto la construcción de un huerto didáctico para la enseñanza de la horticultura y la fruticultura.
El proyecto había que llevarlo a la materialidad, y entre las gentes devotas a San Vicente Ferrer surgió una vez más la generosidad y el ánimo dispuesto de los corazones femeninos. En efecto, fue una clavariesa de la fiesta de los Niños de la Calle de San Vicente, Piedad García-Plata, y su amiga Marian Lloret, quienes constituyeron el germen y la levadura que iniciaron el crecimiento de la contribución vicentina a la obra, mediante la creación de una suscripción con el nombre de "Apadrina un árbol", para cuya difusión fueron apoyadas por la Honorable Clavariesa del presente año Encarna Mestre.
La empresa emprendida era importante y cuantiosa, y requería medios técnicos, mecánicos y materiales, y se contó con la providencial, desprendida y sabia colaboración de un destacado empresario valenciano, José Luis Martinavarro, ingenieros de la Universidad Politécnica y el Capítulo de Caballeros Jurados.
La primera fase del trabajo está hecha, falta parte del presupuesto por cubrir y continua abierta la suscripción "Apadrina un árbol", para todos los devotos y seguidores de San Vicente Ferrer, que quieran a ayudar en esta mejora medioambiental para el Colegio Imperial, obra viva de nuestro Santo.
Fotos: Manolo Guallart